El lado humano de los sistemas de salud, desde su concepción hasta su implementación: una visión del Dr. Julio Frenk Mora
Invitado a la emisión especial de la segunda temporada de Radio ESPM para hablar sobre el componente humano de los sistemas de salud, el Dr. Julio Frenk Mora, presidente (rector) de la Universidad de Miami, en EEUU, comenzó la charla recordando que su decisión de estudiar salud pública estuvo influenciada por la observación de las profundas desigualdades que existen en nuestro país y por el hecho de que siempre tuvo una conciencia social muy desarrollada gracias a que sus padres le enseñaron que había que contribuir a cerrar las brechas de desigualdad social. Así, desde muy joven participó haciendo trabajo comunitario en zonas urbanas marginadas y en comunidades indígenas de México. Estas experiencias lo confrontaron con la pobreza extrema y le mostraron el camino a seguir cuando estaba decidiendo entre estudiar medicina o antropología social. Finalmente, optó por ingresar a la facultad de medicina de la UNAM, y de esta manera alimentó la que identificó como su vocación: generar y aportar conocimiento en beneficio no solo de una persona sino de toda la población.
El Dr. Frenk recordó que estudiantes con los mejores promedios de la facultad de medicina se inclinaron hacia la salud pública por vocación y –en parte– para desmentir el mito de que la salud pública era una vocación secundaria o inferior a la clínica. En su caso, se fue a estudiar el doctorado en salud pública a la Universidad de Michigan en los EEUU. Entre ese grupo de estudiantes destacados estaban quienes más adelante serían los fundadores del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP): el Dr. Jaime Sepúlveda, el Dr. José Luis Bobadilla, el Dr. Carlos Santos Burgoa y el Dr. Enrique Ruelas. Todos ellos, siendo médicos de origen, se formaron como salubristas en el extranjero, y más tarde se dio la favorable coyuntura para que pudieran regresar a México, como grupo, y establecer primero el Centro de Investigación en Salud Pública y, más adelante, el Instituto Nacional de Salud Pública.
El Dr. Guillermo Soberón Acevedo, que había terminado 8 años de una gestión muy exitosa como rector de la UNAM, en el año de 1982 fue nombrado Secretario de Salubridad y Asistencia –fue él quién le cambió el nombre a Secretaría de Salud–. Por invitación del Dr. Soberón, el Dr. Frenk regresó a México proponiendo la creación de un centro de investigación en la Secretaría de Salud que ayudara a la toma de decisiones para la reforma que el secretario Soberón estaba impulsando. De esta manera, se originó el nacimiento del Centro de Investigación en Salud Pública (CISP). Estando el Dr. José Ramírez Domínguez al frente de la Escuela de Salud Pública de México, ese grupo de salubristas recién llegado del extranjero, deliberadamente comenzó a trabajar un programa avanzado de administración de servicios de salud e impulsó la creación de una sección de investigación en la Revista Salud Pública que manejaba la Escuela de Salud Pública de México, como un acercamiento estratégico para evitar un posible conflicto generacional dentro de la escuela.
En 1985 –y como consecuencia de los sismos en México– el CISP viró su actividad hacia la reconstrucción e hizo un estudio en conjunto con la UNAM sobre el plan de reconstrucción y la formación de recursos humanos. La Escuela de Salud Pública entró con el programa avanzado de administración para formar a los directivos del sector salud y a partir de allí se pudo plantear la idea de crear un instituto con la intención de proporcionarle a la salud pública una institución del mismo rango que las especialidades clínicas habían tenido con los institutos de nutrición, cardiología, neurología, enfermedades respiratorias, el hospital infantil, etcétera. Aunque el país vivía una situación desesperada de crisis económica, se logró convencer a las autoridades sanitarias, con el apoyo pleno del secretario de salud, de que se trataba de una inversión que iba a redituar y además contribuiría a reubicar los centros de investigación fuera de la ciudad de México –en ese entonces había 9 institutos, 7 de los cuales estaban en la zona de Tlalpan–, trasladando el nuevo instituto a la ciudad de de Cuernavaca, en el estado de Morelos.
Desde un principio, la Escuela de Salud Pública formó parte del proyecto del instituto de salud pública, junto con el CISP. Al mismo tiempo, se había creado el Centro de Investigación sobre Enfermedades Infecciosas (CISEI); y fue entonces que surgió la idea de conformar esta federación con los dos centros y la escuela para formar un solo instituto. De este modo, el 27 de enero de 1987 se expide el decreto que crea el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).
La filosofía de origen del INSP es que es posible combinar la excelencia y la pertinencia. “Nuestra tesis fundamental –recordó el Dr. Frenk– es que, uno, la excelencia y la pertinencia se refuerzan mutuamente; dos, que el o la investigadora no tiene mayor satisfacción que ver el resultado de sus trabajos aplicados en la práctica para resolver problemas, sobre todo en un campo como la salud pública; y tres, que las y los tomadores de decisiones no tiene mejor herramienta para cumplir su labor que las evidencias que surgen de una investigación de excelencia. De esta manera es que la idea de excelencia y pertinencia está en el ADN del INSP y es un concepto que sigue vigente hasta la fecha”.
Los pilares para un sistema de salud eficaz
El Dr. Frenk aseguró que toda la base de la gestión eficaz de un sistema de salud está en utilizar las evidencias científicas. Citando el modelo propuesto por el profesor Michael Rich, de la escuela de Harvard, sobre política pública –quien habla de 3 pilares: uno técnico, que son las evidencias; uno ético; y uno político–, el Dr. Frenk Mora afirmó que es el pilar técnico el que sustenta a los otros dos, porque si no hay buenas evidencias no hay nada que deliberar, ni nada que negociar en los pilares ético y político. “Los tres pilares deben trabajar en conjunto, pero la clave empieza generando las evidencias y eso solo se logra con seres humanos”. Por ello, el Dr. Julio Frenk hizo énfasis en que hablamos de los sistemas de salud como si fueran cosas, pero que no debemos olvidar que se trata de seres humanos que interactúan, y que esa es la importancia de las instituciones, el ser mecanismos que creamos los seres humanos para estructurar nuestra acción colectiva.
Con base en lo anterior, el Dr. Frenk exhortó a mantener hacia el futuro la idea de la ciencia como base de las evidencias que nutren el espacio de políticas públicas más eficaces. “Las ideas y la acciones están conectadas –dijo–; el papel del instituto es generar esas ideas, esas evidencias; y el papel de la escuela es formar a las y los líderes que van a estar generando esas ideas como investigadores/as, traduciéndolas para que puedan ser usadas por las y los decisores”. De este modo se crea un gran beneficio para la sociedad, materializado en “políticas públicas eficaces, orientadas, evaluables, que rinden cuentas, que ajustan el camino. Pero esto requiere un constante diálogo entre investigadores, tomadores/as de decisiones y formadores/as de recurso humanos”.
Como mensaje a quienes han elegido a la salud pública como vocación, el Dr. Julio Frenk aseguró que no podían haber escogido un mejor momento para tomar ese camino de desarrollo profesional, después de que la pandemia por Covid-19 evidenciara la importancia de la salud pública para enfrentar los grandes retos de salud que tenemos en nuestro mundo contemporáneo. Asimismo, recomendó que el mismo compromiso ético que el médico clínico tiene con su paciente individual, los salubristas tienen que tener con su paciente colectivo, que es la sociedad en su conjunto.
El Dr. Frenk reconoció que la pandemia por Covid-19 reveló el valor de la salud pública, pero también sus limitaciones y la urgencia de emprender reformas bien pensadas; de igual forma evidenció la necesidad de una mejor integración entre la parte clínica del sistema de salud, la atención a los individuos y el componente de salud pública. Esto –dijo– solo puede lograrse diseñando sistemas de salud efectivos. “Los sistemas de salud no son cosas ni abstracciones, son espacios en donde un grupo de gente, que le llamamos “la población”, se encuentra con otro grupo de gente, que le llamamos “los profesionistas y trabajadores de salud”, todos somos personas, seres humanos y los sistemas de salud crean el espacio donde se da ese encuentro, donde un grupo de la sociedad que tiene alguna necesidad de salud puede encontrarse con otro grupo de la misma sociedad, los trabajadores y profesionales, que ha sido entrenado y tiene un marco ético de servicio para abordar y, con las propias personas y comunidades, resolver sus problemas”. “La esencia de los sistemas de salud –señaló– es el encuentro entre una confianza y una conciencia, la confianza de la población que tiene un sistema de salud que responde a sus necesidades y, por tanto, busca ese encuentro; y la conciencia de los profesionistas y trabajadores de la salud de que su primera misión y deber es servir a esa sociedad para poder satisfacer sus necesidades. Cuando eso se logra, las sociedades prosperan y la gente vive más y vive mejor. Esa es la misión de los profesionales de la salud pública”.
A los estudiantes actuales y a quienes están pensando si estudiar o no salud pública, les exhortó a que entiendan la salud pública y la hagan parte de su formación. Les dijo que todo médico o enfermera, sobre todo después de la pandemia, tiene que entender la salud pública aunque no se especialice en eso, aunque esté en una práctica clínica viendo pacientes individuales, pues hoy no basta con entender la fisiopatología de una enfermedad particular en un individuo, si no se entiende el contexto social que hizo que esa enfermedad surgiera y si no se entiende el contexto organizacional de la práctica.
Para escuchar completa la charla con el Dr. Julio Frenk Mora, te invitamos a consultar la grabación de este programa especial de Radio ESPM en nuestro canal de YouTube:
Por: Redacción ESPM, con la colaboración del Mtro. Ernesto Arana Bustamante