Proteger a la infancia: una prioridad frente a los efectos de la contaminación ambiental

La Mtra. Mary Carmen Baltazar Reyes, investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), y el Dr. Juan Antonio Ortega García, líder en salud medioambiental pediátrica en España, en entrevista para Radio ESPM, expusieron los distintos factores de riesgos asociados a la contaminación ambiental en la salud de las infancias y adolescencias. Asimismo, explicaron cómo es que las acciones individuales, comunitarias y gubernamentales pueden mitigar sus efectos.

¿Por qué las infancias son tan vulnerables a la contaminación ambiental?

La inmadurez biológica y una mayor exposición proporcional al medio ambiente, coloca a las niñas, niños y adolescentes en una situación de mayor vulnerabilidad frente a los contaminantes ambientales. Desde etapas tempranas, como la gestación y los primeros años de vida, su desarrollo físico y cognitivo puede verse comprometido por la interacción con sustancias tóxicas presentes en el aire, el agua, el suelo y productos de uso cotidiano.

La Mtra. Mary Carmen Baltazar explicó que las ventanas críticas de desarrollo, como la gestación y la primera infancia, son especialmente sensibles. “Por ejemplo, durante el embarazo, la exposición a contaminantes puede alterar el desarrollo fetal y, en los primeros años de vida, las y los niños, al tener una mayor ingesta de alimentos y líquidos proporcional a su peso corporal, están más expuestos a estas sustancias”, señaló. Además, en la infancia se tienen conductas exploratorias, tales como jugar en el suelo o llevarse objetos a la boca, las cuales incrementan el riesgo de contacto con ciertos contaminantes.

Factores que ponen en riesgo la salud de las infancias

El Dr. Ortega destacó tres grandes amenazas de la contaminación ambiental para la salud de las niñas y los niños:

  1. Contaminación del aire y el suelo: Se estima que más del 90% de los niños y niñas, es decir, 9 de cada 10, respiran aire contaminado diariamente. Además, en zonas rurales y mineras, el suelo puede estar contaminado con plomo y otros metales pesados, lo cual agrava el riesgo de enfermedades cró
  2. Disruptores endocrinos: Estas sustancias químicas, como el bisfenol A y ciertos compuestos presentes en cosméticos, equipos médicos, recipientes de plástico, tickets de compra y latas de alimentos, entre otros productos, alteran el equilibrio hormonal. La exposición prolongada a estos disruptores se asocia con problemas reproductivos, pubertad precoz y mayor riesgo de cáncer en la vida adulta.
  3. Déficit de contacto con la naturaleza: La falta de actividades al aire libre y el excesivo uso de pantallas limitan el desarrollo físico y emocional de las y los niños. Estudios recientes revelan que solo uno de cada cuatro menores tiene contacto diario con entornos naturales, un factor clave para su bienestar.

¿Qué acciones podemos tomar? 

Para prevenir y atender los efectos de la contaminación ambiental en la salud infantil, los especialistas recomiendan acciones en tres niveles: individual, comunitario y político.

  1. A nivel individual:
    • Reducir el uso de plásticos, especialmente los que están en contacto con alimentos y bebidas calientes, y optar por recipientes de vidrio.
    • Evitar el uso de cosméticos o productos con sustancias químicas dañinas, especialmente en mujeres gestantes.
    • Fomentar actividades al aire libre que reconecten a las infancias con la naturaleza.
  1. En la comunidad:
    • Impulsar programas educativos sobre los riesgos de los contaminantes y cómo evitarlos.
    • Garantizar espacios seguros y naturales en las comunidades para que las y los niños puedan jugar y explorar libremente y de manera segura.
    • Promover la reutilización de materiales sostenibles en mercados y tiendas locales.
  1. Desde las políticas públicas:
    • Implementar regulaciones más estrictas sobre el uso de sustancias químicas en productos de consumo.
    • Diseñar etiquetas claras que adviertan sobre la presencia de sustancias tóxicas en alimentos, cosméticos y utensilios.
    • Invertir en la recuperación de suelos contaminados y en la mejora de la calidad del aire.

Invertir en la infancia es invertir en el futuro

El doctor Ortega subrayó el impacto positivo de la inversión en la salud infantil, señalando que cada peso destinado a la “renaturalización” de su entorno genera un retorno social y económico de 7 a 10 pesos. “No se trata solo de reducir los riesgos de enfermedades crónicas, sino de garantizar un desarrollo pleno y un futuro más prometedor para nuestras niñas y niños”, comentó, e hizo un llamado urgente a actuar desde cada trinchera: hogares, escuelas, comunidades y gobiernos.

Tanto la Mtra. Baltazar como el Dr. Ortega coinciden en que las pequeñas acciones, como eliminar plásticos de un solo uso, fomentar el uso de bicicletas y promover una dieta basada en alimentos frescos y locales, pueden marcar una gran diferencia y mitigar los efectos de la contaminación en la salud de las infancias.

Este nota informativa, inspirada en el programa de Radio ESPM, Efectos de la contaminación en la salud de las infancias, refuerza la importancia de trabajar en conjunto para proteger la salud desde el inicio y a lo largo de la vida, ya que el futuro de nuestras sociedades depende de las decisiones que tomemos hoy.

Para más información sobre este y otros temas, consulta el Blog ESPM y visita el sitio web de la Escuela de Salud Pública de México.

Por: Mtra. Aldara Cabrera; Titular de la Unidad de Divulgación y Cultura de la ESPM