Hagamos conciencia sobre el Autismo

El autismo es un problema de salud que forma parte de un rango amplio mejor conocido como Trastorno del Espectro Autista o TEA. Este rango de trastornos incluye al autismo, el síndrome de Asperger, el trastorno desintegrador infantil y el trastorno generalizado del desarrollo – no especificado. Todos estos trastornos se caracterizan por problemas en la comunicación e interacción social y por patrones de comportamientos repetitivos y restrictivos. Se considera un “espectro” debido a que los síntomas se presentan en un rango amplio que va de leve a severo. Las personas en el rango de mayor severidad tienden a requerir más apoyo para llevar una vida normal debido a que su independencia se ve limitada. El síndrome de Asperger se considera la forma más leve en el rango de los TEA.

El autismo, un problema que va en aumento

El autismo es un trastorno poco frecuente, cifras estimadas con datos del 2012 al 2021 indican que en el mundo hay 12 casos de autismo diagnosticados por cada 1,000 niños; se estima que hay 8 casos de autismo diagnosticados por cada 1,000 niños en el continente americano. El autismo es más común en los hombres; por cada caso de autismo diagnosticado en mujeres se diagnostican hasta 4.2 casos de autismo en hombres. A la fecha, al autismo es un problema que va en aumento, en parte debido al diagnóstico temprano que se realiza en algunos países y al mayor conocimiento del problema por parte de los padres y los profesores de educación básica. Sin embargo, necesitamos hacer más conciencia en nuestro país para identificar a las personas afectadas de manera temprana con el propósito de intervenir prontamente, pero sin estigmatizar.

Datos recientes (2012 al 2021) de varios países estiman que hasta el 33% de los casos de autismo tienen algún grado de discapacidad intelectual. Esto quiere decir que una tercera parte de los casos desarrollan una forma severa de autismo que puede afectar directamente su desempeño en la escuela y en otros aspectos de la vida cotidiana, lo cual limita su capacidad de desenvolverse para llevar una vida normal a lo largo de su vida. Además, aquellas personas que reciben un diagnóstico en el rango autista también tienden a sufrir discriminación debido a las dificultades de comunicación e interacción social que presentan. Por otra parte, el núcleo familiar debe adaptarse para atender las necesidades que la persona afectada requerirá a lo largo de su vida, ya que mientras más severa es la forma de presentación del autismo, la familia debe sobrellevar más carga emocional, social y económica. Sin embargo, se ha observado que algunas personas con autismo son capaces de atender la escuela sin necesidad de apoyo adicional, pueden llevar una vida normal, vivir de manera independiente y ser productivos en la vida adulta.

¿Quiénes tienen más riesgo de tener autismo?

El autismo es más común en los hombres que en las mujeres, de ahí que se considere el principal factor de riesgo. Otros factores de riesgo ampliamente descritos en la literatura científica son el antecedente familiar o la genética, la edad avanzada de los padres y el nacimiento prematuro. Entre los factores de riesgo potenciales están considerados un periodo intergenésico corto, el uso de medicamentos durante el embarazo, la exposición al aire contaminado, la exposición materna a sustancias químicas conocidas como disruptores endócrinos, así como algunas complicaciones del embarazo como la diabetes materna. Por otra parte, es importante recalcar que las vacunas o sus ingredientes, la dieta, el trauma o estrés en la infancia y el tipo de crianza infantil NO son causa de autismo.

¿Cómo se diagnostica el autismo?

Para saber si una persona tiene algún trastorno en el rango del autismo, se requiere una serie de evaluaciones formales conocidos como tamizaje. Estos los aplica personal especializado como pediatras o psiquiatras especializados en neurodesarrollo infantil, psicólogo infantil o algún otro profesional especializado para tal fin. Generalmente, estas herramientas se aplican a partir de los tres años para hacer evaluaciones a profundidad del neurodesarrollo de los menores, en algunas ocasiones los síntomas pueden permitir un tamizaje desde los 18 meses de edad. Como parte del tamizaje se aplican pruebas estructuradas a los menores, se hacen preguntas a los padres o cuidadores y/o se aplican cuestionarios a los padres, cuidadores o profesores del menor. Sin embargo, el diagnóstico médico definitivo se realiza en la etapa escolar, es decir a partir de los 6 años. Algunos casos leves identificados antes de la etapa escolar pueden sobreponerse y no ser confirmados posteriormente.

El diagnóstico de autismo es difícil ya que no existe una prueba de laboratorio específica para identificar el trastorno, por tanto, el diagnostico puede llevar mucho tiempo y esfuerzo por parte de los padres y del médico psiquiatra infantil. Mientras más temprano se identifique al menor de edad en riesgo de autismo, la carga para la familia será menor. Así es que un adecuado control de niño sano en nuestro país puede hacer la diferencia, identificando aquellos menores que podrían tener discapacidad intelectual severa toda su vida.

¿Existe tratamiento para el autismo?

No existe un tratamiento específico para el autismo y tampoco existen medicamentos. Sin embargo, según la severidad del autismo, algunos menores pueden recibir fármacos para tratar los síntomas u otras enfermedades que tienden a presentarse junto con el autismo –como la hiperactividad y el déficit de atención–. En general, las personas con autismo pueden beneficiarse de terapias de conducta, educativas y para mejorar su neurodesarrollo y sus habilidades sociales. Estas terapias deben incluir también a la familia, al ambiente escolar y a la comunidad para tener un mejor impacto.

Es importante recalcar que el dióxido de cloro se ha ofrecido como un tratamiento milagroso para el autismo, pero esta información es falsa, en realidad este producto puede causar daño físico a las personas.

¿Qué estamos haciendo?

En el Instituto Nacional de Salud Pública realizamos una revisión sistemática con metaanálisis para resumir la evidencia sobre el efecto de la diabetes materna sobre el riesgo de desarrollar algún TEA en la descendencia. Buscamos de manera sistemática y reproducible estudios publicados en tres bases de datos ampliamente conocidas (PubMed, Web of Science y EBSCO) e identificamos 14 estudios con información relevante para resumir.

Observamos que la exposición intrauterina a diabetes tipo 2 (DT2) y a diabetes gestacional (DG) incrementó moderadamente el riesgo de desarrollar algún TEA en la descendencia (razones de riesgo combinadas: 1.35 y 1.29, respectivamente). Esto es comparados con aquellos niños cuyas madres no tenían diabetes durante el embarazo. Nuestros resultados apoyan la hipótesis de que la exposición intrauterina a DT2 y DG incrementan el riesgo de desarrollar algún TEA en la descendencia. También observamos que se requiere evidencia epidemiológica prospectiva que atienda las limitaciones de los estudios previos. La diabetes materna es una patología prevenible que requiere atención debido a las posibles complicaciones a largo plazo, como el autismo en la descendencia.

Autoras:

Dra. Lea Aurora Cupul Uicab

Mtra. Mayra Judith Garza Martinez

Co-autores de la revisión sistemática: Dr. José Ángel Hernández Mariano y Dra. Erika Marlen Hurtado Salgado

Referencias:

  • Zeidan J, Fombonne E, Scorah J, et al. Global prevalence of autism: A systematic review update. Autism Res. 2022 May;15(5):778-790.
  • Lyall K, Croen L, Daniels J, et al. The Changing Epidemiology of Autism Spectrum Disorders. Annu Rev Public Health. 2017 Mar 20;38:81-102.