Desinformación y manejo de la infodemia en tiempo real, retos urgentes para la salud pública
Como parte del ciclo de videoconferencias interactivas 2022 de la Escuela de Salud Pública de México (ESPM), el 15 de noviembre la Mtra. Pilar Torres Pereda, investigadora del Centro de Investigación en Sistemas de Salud, del Instituto Nacional de Salud Pública, abordó el tema: Salud Pública en tiempos de desinformación: infodemia en México.
En esta sesión compartió algunos de los hallazgos más importantes del proyecto “Caracterización y análisis de la naturaleza e implicaciones de mensajes en WhatsApp para la toma de decisiones en salud sobre Covid_19 en México”. La investigadora hizo saber que este proyecto tuvo como objetivos caracterizar el tipo, formato, contenidos y autoridad de los mensajes relacionados a COVID-19 que se compartieron por WhatsApp en este país, así como estimar la viralidad de los conceptos o temas específicos contenidos en los mensajes compartidos e interpretar las recomendaciones para la acción –explícitas e implícitas– de los mensajes de desinformación analizados de manera conjunta por un grupo de investigadores del INSP y de las universidades de Boston y Berkeley de los Estados Unidos.
La Mtra. Pilar Torres definió a la infodemia como una epidemia informativa donde existe una sobreabundancia de información “desinformativa” que se puede dividir en desinformación y mala información (disinformation/misinformation). La primera –indicó– es una información confeccionada intencionalmente con el objetivo de desinformar; y la segunda se caracteriza por ser una información errónea, creada sin intención de manipular, pero que pese a no ser malintencionada, confunde y contribuye a la desinformación. Cabe recordar que en 2020 la UNESCO informó que “la nueva desinformación/información errónea sobre Covid-19 crea confusión sobre la ciencia médica, con un impacto inmediato sobre cada persona del planeta y sobre sociedades enteras. Por eso (…) se acuña el término infodemia.”
Si bien la infodemia ha sido considerada como un nueva área de investigación y apenas en el año 2020 la OMS propuso el primer seminario de infodemia, ya existían mucho antes estudios que analizaban el conocimiento que circula en las redes, tales como la infodemiología (distribución y frecuencia de la información en salud que se comparte en las redes) y la infovigilancia (cuyo objetivo es monitorear el estado y tendencias de la información). Así, mientras unos estudios tienen por objeto analizar notas a nivel macro (temas y redes de distribución), otros lo hacen a nivel micro (quiénes consumen y qué consumen y comparten).
Aunque la desinformación en salud en internet ha existido desde que comenzó la red, su presencia y circulación se incrementó sustancialmente con motivo de la pandemia por Covid-19. Las noticias falsas (fakenews) se comparten más y son mucho más populares que la información real (se replican 2 veces más que las verdaderas) debido a que existe “un componente muy emocional relacionado con ellas”.
Para el estudio antes mencionado se eligió el tráfico de mensajes en WhatsApp por tratarse de una red encriptada que, a diferencia de Facebook, Instagram y Twitter, no está mediada por algoritmos ni existen esfuerzos en esa red social para disuadir a la gente de difundir noticias falsas. El tráfico de mensajes vía WhatsApp se quintuplicó durante la pandemia en México y el 83% de los usuarios dijo haber recibido noticias falsas por medio de esta red social.
Este estudio fue exploratorio y se realizó mediante métodos mixtos concurrentes, transversales y retrospectivos, con una muestra a conveniencia. Se emplearon las cuentas de WhatsApp del grupo de investigadores como nodos de redes y se incluyeron todas las noticias sobre Covid-19 enviadas por WhatsApp directamente a sus cuentas o a las de sus amigos, o a amigos de sus amigos. Se excluyeron memes, gráficas y notas verdaderas. La clasificación se estableció mediante categorías tales como contenido manipulado, contenido impostor, contenido fabricado/falso, entre otras. La verificación científica de los mensajes se hizo cotejándolos con publicaciones científicas como Pubmed, CDC, FDA, OMS, la Secretaría de Salud de México, y sitios de verificación como Maldito bulo o Verificado.
Principales hallazgos
Como principales hallazgos se identificaron 124 mensajes que no se repetían entre ellos, donde los temas más recurrentes fueron prevención (19.9%), conspiración (18.4%), terapia (15.3%), cómo la autoridad maneja la pandemia (14.3%) y origen del virus (10.2%). Se encontró que el 42.2% de los contenidos eran contenidos fabricados; el 34.5% eran contenidos engañosos o manipulados; y el 19% resultaron ser contenidos impostores, atribuidos falsamente a distintos autores con autoridad (UNICEF, TEc de Monterrey o Dr. Fauci, entre otros). Casi el 70% de los mensajes eran atribuidos a autores con alguna autoridad o influencia, donde el 6.5% eran personajes públicos; el 18.7% fueron mensajes anónimos; y el 7.5% con autoría de personajes desconocidos sin autoridad o influencia. El 34.6% fueron mensajes de texto sin imagen; el 22.4% con imágenes; y el 17.8% con videos sin edición, lo cual no es un dato menor, pues permite interpretar que no fueron fabricados por agencias especializadas de comunicación.
En cuanto a los principales hallazgos cualitativos, la Mtra. Torres Pereda resaltó el hecho de que se difundiera la versión de que se trataba de un “virus creado”, “producto del terrorismo”, a fin de “instaurar un nuevo orden mundial”. Sobre las características del virus, señaló que las dos afirmaciones falsas más difundidas afirmaban que “no era un virus sino una bacteria”, y que “no era mortal”. Con respecto al tema de diagnóstico, los bulos o noticias falsas que se difundieron mayormente afirmaban que “los diagnósticos eran intencionalmente incorrectos”, “que la prueba PCR no sirve”, “que las pruebas de detección tenían la intención de ejercer control social y que el termómetro mata las neuronas del cerebro”. Por otra parte, el origen del virus fue denegado o se difundió que “fue creado por conspiración”. Sobre el tema de prevención se difundieron los bulos de la “efectividad” del dióxido de cloro, nanomoléculas y el uso de escapularios y de estampas religiosas como métodos efectivos de prevención. La desinformación más difundida sobre la cura de la Covid-19 fue la de la supuesta efectividad de los tratamientos con hidroxicloroquina, invermectina y redemsivir. Por último, sobre las vacunas se dijo falsamente que “pretendían reconfigurar el DNA” y que “contenían microchips para controlar a las personas vacunadas”.
El fenómeno de la infodemia desde la antropología médica
La investigadora del INSP-ESPM destacó que si bien la configuración de los mensajes falsos es compleja –porque incluye aspectos diversos como el tema, el tipo y el autor–, la narrativa de la “conspiración” destacó como el centro nodal de los mensajes falsos analizados. De ahí que sugirió analizar el fenómeno de la infodemia desde la antropología médica, la comunicación de la ciencia y proponer soluciones desde la salud pública. También señaló que no se puede pasar por alto el hecho de que el rumor y la conspiración fuesen dos temas predominantes y cuestionó sobre qué tanto estos temas surgen como respuesta de los ciudadano al sentirse engañados por sus autoridades. Asimismo, alertó sobre la proliferación de mensajes falsos o impostores que, salidos de un guión construido como herramienta política, mienten deliberadamente a partir de verdades ideológicas que se ponen por encima de la evidencia científica, haciendo un uso faccioso y político de la epidemia.
Así fue que la Mtra. Pilar Torres invitó a reflexionar sobre qué es la verdad en la “era de la post-verdad”, y cómo la nueva concepción de la verdad valida la construcción de relatos de rumor y conspiración totalmente falsos que se valen del sesgo positivo –creer lo que refuerza tus creencias previas– para movilizar la toma de decisiones en salud de la gente: “la emocionalidad está detrás de esta toma de decisiones”–afirmó. En el mismo sentido, invitó a otra llevar a cabo otra reflexión sobre la influencia de los mensajes de información errónea, con autoría incluso de autoridades con conocimientos médicos, que fueron subidos de “buena fe”, buscando ayudar a la gente a soportar el dolor. En ese sentido, la Mtra. Torres llamó a realizar una tercera reflexión sobre la hegemonía de la biomedicina y el efecto de la racionalidad de la ciencia versus el sujeto no experto, “la salud pública no reconoce saberes populares, estas otras formas de atender la salud, saberes que desde la población no estaban siendo rescatados”.
Por último, la Mtra. Torres Pereda llamó a los salubristas a interesarse y abordar la comunicación de la salud y la comunicación de la ciencia, materias que siguen pendientes y otras que “urge” atender como “el manejo de la infodemia en tiempo real”.
Por: Redacción ESPM
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