Cigarro electrónico: nuevos retos y desafíos para la salud pública
Como parte del Ciclo de Videoconferencias ESPM, el Mtro. Inti Barrientos Gutiérrez, Investigador en Ciencias Médicas del Centro de Investigación en Evaluación y Encuestas (CIEE) del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), presentó la conferencia titulada “Cigarro electrónico: nuevos retos para la salud pública”. En su ponencia, destacó la estrecha relación entre las formas de consumo de los cigarrillos electrónicos (e-cig) y los potenciales riesgos de daño a la salud de sus consumidores, principalmente adolescentes y jóvenes.
Partiendo de un breve esbozo histórico, el investigador recordó que desde la década de 1930 existían indicadores consistentes de que fumar causaba cáncer. El Dr. Aalton Ochsner, mediante autopsias, encontró tumores en los pulmones de fumadores. Entre 1947 y 1950, un equipo de investigadores británicos liderado por el epidemiólogo Richard Doll generó evidencia irrefutable de la relación entre fumar y el cáncer de pulmón, lo que inició el camino hacia la regulación del tabaco. La industria tabacalera (IT) declaró que ni la causalidad ni la adicción estaban probadas, hasta que en 1998, ejecutivos de la IT admitieron que la nicotina es adictiva y que fumar puede causar cáncer, pero aún así no iban a cambiar la forma de publicitar y vender sus productos.
En 2002 se firmó el Convenio Marco de la OMS para el control del tabaco, que entró en vigor en febrero de 2005, con el objetivo de vigilar el consumo, proteger a la población, ofrecer ayuda a fumadores para dejar de fumar, advertir sobre los peligros del tabaco, hacer cumplir prohibiciones y aumentar impuestos al tabaco. Sin embargo, una industria que genera 102 mil millones de dólares de ganancia anual no se iba a quedar tranquila. En 1964, el cigarro electrónico o vapeador ya estaba en pruebas en las tabacaleras estadounidenses, británicas y japonesas. Aunque se asume que fue un farmacéutico chino llamado Hon Lik quien inventó el cigarro electrónico y lo lanzó al mercado chino en 2003, lo cierto es que a partir de ese año, lo que llega al mundo es una enorme industria detrás de esta persona.
Para el año 2007, el e-cig llegó a México. El investigador del CIEE recordó que en nuestro país se había avanzado mucho en el control del tabaco y había incluso importantes avances legislativos, pero que de alguna forma ahora “estamos nuevamente como en 1930”, con enormes retos y dificultades para la salud pública. “Nuevos-viejos retos -dijo- 100 años después”, con una versión de producto que genera mucho interés y que posee un enorme impulso de la industria para reemplazar al anterior cigarro combustible.
Al explicar el funcionamiento de los cigarros electrónicos o e-cig, el Mtro. Barrientos mostró que desde los modelos más sencillos hasta los más sofisticados funcionan básicamente igual: poseen un tanque con un líquido especialmente preparado que se atomiza por medio de una resistencia que recibe energía. Existen cuatro generaciones distintas: los cigalike, los vape pens, los MODs y los PODs. Estos últimos son menos potentes que los anteriores, pero utilizan nicotina salina, lo que permite entregar mucha más nicotina sin necesidad de una gran producción de aerosol. Además, los dispositivos actuales son mucho más atractivos para distintos segmentos de mercado.
La potencia de los e-cig está relacionada con su capacidad de producir daño: a mayor potencia, mayor degradación térmica y un consecuente aumento en la producción de aldehídos. En muchos modelos, el usuario regula la potencia, lo que afecta directamente el riesgo de consumo. Las diferentes formas de nicotina, base y salina, tienen distintos niveles de adicción, siendo la salina mucho más potente.
Personas menores de 21 años generan mayor dependencia al cigarro electrónico
El cigarro electrónico genera dependencia física, especialmente en personas menores de 21 años, ya que el cerebro humano aún está en desarrollo. Además, los sabores atractivos, la facilidad de consumo y la capacidad de ocultarlo lo hacen especialmente atractivo para los adolescentes, confiriéndoles estatus y reconocimiento social.
El Mtro. Inti Barrientos destacó la dificultad de medir el potencial de daño de los e-cig. A diferencia del cigarro combustible, cuyo contenido y efectos son bien conocidos, los líquidos de los e-cig y sus componentes sufren cambios físicos y químicos al ser utilizados, aumentando su riesgo potencial. Se ha evidenciado que la nicotina afecta el sistema circulatorio y facilita la proliferación y metástasis del cáncer. Además, la inhalación de propilenglicol, uno de los componentes del líquido, causa daño renal y toxicidad hepática. Vapear –explicó el experto del CIEE– altera significativamente el proteoma humano secretado en la vía aérea y produce aldehídos tóxicos y potencialmente cancerígenos. Los saborizantes, aunque tienen grado alimenticio, no están diseñados para ser inhalados, causando citotoxicidad en los pulmones.
A pesar de que los productores cambian constantemente la formulación química de los líquidos, se han identificado 105 compuestos en la botella antes de ser aerosolizados: 47 son irritantes, 35 tóxicos y 6 cancerígenos. La degradación térmica de estos compuestos genera más aldehídos. Además, los dispositivos generan microplásticos que pueden causar daño rápido y severo al ser inhalados.
En México, estos productos son legales, no están controlados y se venden a un precio muy accesible. Un desafío importante es conocer el potencial de riesgo, cuánto se está consumiendo y cómo medir el daño de este consumo. El cigarro convencional tiene un consumo episódico, mientras que el electrónico tiene un consumo constante, lo que dificulta su control. El nivel de nicotina en sangre es constante, sin los picos típicos del cigarro combustible.
El Mtro. Barrientos Gutiérrez señaló que hay un reto de control para conocer el potencial de riesgo, cuánto se está consumiendo y de qué manera medir el daño de este consumo. Existen riesgos físicos significativos asociados con el consumo de estos productos, incluyendo enfermedades del sistema respiratorio, alteraciones en los sistemas nervioso, circulatorio, digestivo, piel y mucosas, sistema reproductor y sistema inmunológico. En adolescentes, se observan alteraciones en el control de impulsos, cambios de comportamiento y trastornos afectivos.
Principales retos ante los daños a la salud causados por el vapeo
El investigador del CIEE indicó que falta incluir el vapeo en las guías de práctica clínica y relacionar el consumo con sus efectos a lo largo del tiempo. Aunque se empiezan a observar daños a corto y mediano plazo, aún no se conoce el daño a largo plazo. A nivel poblacional, los retos incluyen la cesación del consumo de nicotina, ya que muchos usuarios duales no dejan de consumir cigarrillos combustibles y además consumen e-cig. La estrategia de reducción de daño por nicotina, apoyada por la industria tabacalera, propone sustituir productos de alto riesgo por otros de menor riesgo, sin eliminar todos los riesgos, pero salvando vidas al reducir el daño.
El Mtro. Barrientos Gutiérrez afirmó que hay un choque entre quienes no creen en la industria tabacalera y quienes apoyan esta estrategia. Por su parte, el investigador aseguró que los salubristas deben luchar por mejores condiciones de salud para la población y evitar que una industria lucrativa continúe dañando a las personas. Deben reconocerse ventajas y desventajas de estos productos y garantizar que realmente sirvan a la salud pública. Asimismo, expresó que la estrategia de reducción de daño por nicotina no sirve porque está basada en un supuesto manipulado, ya que los productos están diseñados para mantener la adicción, no para evitarla. “Este producto –dijo– es un gran reclutador de nuevos consumidores, no se sabe qué tanto daño hace y su consumo no es deseable”.
La industria intenta volver a normalizar los consumos de nicotina, sabiendo que lo que deja dinero no es el tabaco sino la adicción. Emplea estrategias publicitarias para mostrar que fumar y vapear son algo común, ofreciendo a los jóvenes una forma de sentirse especiales y rebeldes. Mostrar consumo, ya sea de cigarro combustible o e-cig, aumenta tres veces la predisposición de los adolescentes a iniciar el consumo de nicotina.
En México falta una Encuesta Mundial de Tabaquismo en Jóvenes (GYTS) en escuelas para conocer la situación real. Actualmente, solo hay datos de Guanajuato, Yucatán y San Luis Potosí, que apuntan a que el cigarro electrónico puede tener un potencial adictivo mayor al del cigarro convencional entre los adolescentes. Lo que está ocurriendo es un reemplazo de consumidores, con una nueva generación tomando la estafeta.
Para concluir, el investigador del CIEE afirmó que el e-cig podría ser una ayuda para la salud pública solo si su potencial de daño fuera realmente pequeño, no hubiera uso de tabaco combustible y no se reclutaran nuevos consumidores. La industria tendría que reformular el producto para que tuviera menos potencia, contener menos compuestos tóxicos y no atraer a más consumidores, así como prohibir sabores atractivos y características que hagan el producto llamativo para nuevos usuarios. Además, es necesario que estos productos no estén en manos de las tabacaleras, que buscan lucrar a expensas de la salud pública.
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