Cuarenta años de los primeros casos de VIH en México: logros, aprendizajes y desafíos

El pasado 3 de diciembre, en el marco del Ciclo de Videoconferencias de la Escuela de Salud Pública de México (ESPM), el Dr. Carlos Magis Rodríguez, profesor de Salud Pública de la U1NAM, presentó la conferencia A cuarenta años de los primeros casos de VIH en México, ¿qué hemos aprendido?”. La charla reflexionó sobre los avances científicos, los retos sociales y los esfuerzos institucionales en la lucha contra esta epidemia que ha transformado profundamente el sistema de salud a nivel global.

El Dr. Magis Rodríguez recordó que la pandemia del VIH se documentó por primera vez el 5 de junio de 1981, cuando los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos publicaron un informe sobre cinco casos de neumonía por Pneumocystis en hombres jóvenes aparentemente sanos. Un mes después, otro reporte añadió casos de sarcoma de Kaposi, una rara forma de cáncer. Estos hallazgos marcaron el inicio de una de las epidemias más complejas de nuestra era, que rápidamente atrajo la atención de la comunidad médica y científica mundial.

El virus llegó al continente americano a través de Haití, donde trabajadores contratados por la UNESCO en el Congo regresaron portando el subtipo viral B del VIH-1. Este subtipo se propagó a Estados Unidos y luego a otros países. En México, el primer caso registrado ocurrió en 1983, cuando una persona proveniente de Los Ángeles presentó síntomas.

La expansión inicial del VIH estuvo marcada por la falta de conocimiento sobre su transmisión y por fuertes estigmas sociales hacia los grupos afectados. A diferencia de otras crisis de salud, la magnitud de esta epidemia llevó a la creación en 1995 de ONUSIDA, una agencia de la ONU especializada en la prevención y control del VIH.

Una epidemia global

A lo largo de 40 años, el VIH ha afectado a casi 40 millones de personas en el mundo, con 1.3 millones de nuevas infecciones anuales. Aunque los avances en el tratamiento han reducido significativamente las muertes relacionadas con el sida, que ascienden a 630,000 al año, los desafíos siguen siendo profundos, especialmente en regiones como África subsahariana, donde se concentra el 50% de las nuevas infecciones.

En América Latina, la epidemia muestra un comportamiento más estable, con 2.3 millones de personas viviendo con VIH. Sin embargo, países como Brasil enfrentan tasas de prevalencia más altas que las de México.

Avances y retos en México

La respuesta al VIH en México ha sido notable en las últimas décadas, destacándose por su enfoque en la prevención, el tratamiento universal y las reformas legales. Desde 2003, el sistema de salud ofrece tratamiento gratuito a todas las personas diagnosticadas con VIH, lo que ha permitido reducir significativamente las muertes y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas. Además, los medicamentos actuales combinan tres antirretrovirales en una sola pastilla, simplificando su administración y mejorando la adherencia.

Otro hito importante fue la eliminación de la transmisión del virus a través de transfusiones de sangre. En los años 80, el 10.8% de las muestras de sangre donada contenían VIH. Este alarmante dato llevó a la Secretaría de Salud a implementar pruebas obligatorias y a fomentar la donación altruista, lo que transformó el panorama de la seguridad transfusional en el país.

Sin embargo, persisten retos significativos. Las tasas de prevalencia varían según las regiones y los grupos sociales. En el norte del país, el uso de drogas inyectables, especialmente de heroína contaminada con fentanilo, ha generado brotes localizados de infecciones. Mientras tanto, en el sur, estados como Tabasco y Veracruz presentan tasas de hasta 10 casos por cada 100,000 habitantes, asociadas a desigualdades sociales y barreras en el acceso a servicios de salud.

Grupos clave, como hombres que tienen sexo con hombres (12-17% de prevalencia) y mujeres transgénero (15-20%), enfrentan mayores riesgos de infección debido al estigma y la discriminación. Además, las personas que se inyectan drogas, especialmente en ciudades fronterizas como Tijuana y Ciudad Juárez, presentan prevalencias cercanas al 6%.

Para fortalecer la respuesta, México ha adoptado innovaciones como la profilaxis preexposición (PrEP), que es 95% efectiva en la prevención de infecciones. Desde 2017, este tratamiento se ha ofrecido como parte de los programas de prevención, y recientemente se autorizó la venta de autopruebas de VIH en farmacias a un costo accesible, facilitando la detección temprana.

A pesar de estos avances, la pandemia de COVID-19 afectó la lucha contra el VIH, al desviar recursos y dificultar el acceso a servicios esenciales. Esto subraya la importancia de redoblar esfuerzos para alcanzar las metas del 95-95-95 para 2030 y garantizar que todas las personas con VIH tengan acceso a un diagnóstico temprano, tratamiento adecuado y una carga viral indetectable.

Reflexiones y proyecciones

Con una epidemia clasificada como estable, pero aún desafiante, México enfrenta la tarea de garantizar que los avances alcanzados no se vean comprometidos. Según el Dr. Magis Rodríguez, el mejor tratamiento sigue siendo la prevención, por lo que es crucial ampliar las estrategias de educación, prevención y atención a las poblaciones más vulnerables.

La conferencia concluyó con un mensaje de esperanza: cada paso en la lucha contra el VIH, desde los avances científicos hasta los esfuerzos comunitarios, contribuye a construir un futuro donde la epidemia pueda ser controlada y, eventualmente, eliminada.

Por: Redacción ESPM